Después de más de 2 años parado, he decidido recuperar el blog porque las elecciones del domingo y las diferentes opciones para las mismas me han dado ganas de explicar y aclarar algunas cosas.
Empecemos reconociendo el mérito del Movimiento 15 de mayo, que ha sido capaz de introducir este tema en la agenda, desplazando la dicotomía entre votar derecha/izquierda, a votar/no votar (nulo, blanco o minoritarios).
En las ultimas semanas ha circulado un video de Anonimus sobre las opciones y sus efectos. Estando de acuerdo con el principio del mismo, me parece que sus conclusiones caen en un, llamémoslo, autoengaño.
De partida, existen 2 posiciones posibles:
1. Estoy de acuerdo con la democracia liberal y el sistema (con sus problemas) funciona eficientemente. Entonces la opción es entrar en el juego de la democracia liberal y votar por alguno de los partidos. Y lógicamente, lo más sensato será votar por aquel, que, siendo más próximo a mis ideas, valores, identidad (o por la razón que sea), tiene más oportunidades de ganar. Si este es tu caso, deja de leer, porque entonces estarás perdiendo el tiempo.
2. No estoy de acuerdo con la democracia liberal y creo que el sistema debe ser reformado, cambiado o suprimido. Y es aquí donde encontramos las opciones de voto que muchos han defendido en las últimas semanas: votar partidos minoritarios, votar en blanco, votar nulo o abstenerse.
Parece que todo el mundo se ha dado cuenta de que el voto blanco es perjudicial, pues eleva la barrera de entrada para el reparto de escaños para partidos minoritarios, además de suponer una legitimación del sistema: estoy de acuerdo con el sistema, aunque no hay ningún partido con el que esté lo suficientemente de acuerdo (me identifique) como para darle mi voto. En el fondo, supone legitimar el bipartidismo al que tiende un sistema que te parece legítimo.
Entonces, las otras opciones son minoritario, nulo o abstención. Y es el voto a un partido minoritario el que supone un mayor peligro, tanto desde un punto de vista de legitimación como puramente estratégico.
En primer lugar, votar a un partido minoritario que no plantee la quiebra total del sistema (activación del poder constituyente o nuevas reglas de juego, por ejemplo) supone una legitimación del sistema (ahora mismo no hay ningún partido en España con este discurso, porque, aunque la reforma de la ley electoral o la convocatoria de mayores referendos son deseables, no suponen un cambio realmente sustancial). El sistema es el que es, y como todo sistema, intenta buscar la mayor estabilidad, habiendo encontrado en el régimen parlamentario (mayormente bipartidista) la mejor opción. Entonces, dar el voto a un partido minoritario no supondría ningún desafío al mismo pues se entiende que ese partido que es minoritario ahora puede ser mayoritario en el futuro, por lo que estaríamos aceptando las reglas del juego.
Y aceptar las reglas del juego implica una postura algo naive de que ese partido minoritario va a representarnos y defendernos mejor que los mayoritarios. Pero nada garantiza que un partido minoritario siga manteniendo su discurso y no se pliegue a la “razón de estado” una vez se convierta en partido mayoritario. De hecho, ese es el camino que siguieron todos los partidos para convertirse en los llamados “catch-all party”. Y tenemos multitud de ejemplos. Sin ir más lejos, Galiza, donde el BNG con uno de los discursos más radicales de la izquierda del estado, en cuanto llego al poder naufragó por su falta de iniciativa y por plegarse continuamente a intereses ajenos a los ciudadanos.
Pero el voto a partidos minoritarios también esconde un error estratégico en 2 sentidos: Dentro de los llamados partidos minoritarios hay muchos que nada tienen que ver con una renovación de la democracia o con ideales, llamemos progresistas. UPyD o Falange son partidos minoritarios también.
El segundo error estratégico me parece el más grave. Pensar que un partido minoritario puede cambiar algo vuelve a parecerme un poco naive. Su número de escaños tiene que crecer mucho como para poder tener peso en el parlamento y poder escorar determinadas decisiones en contra de los dos partidos mayoritarios (que pueden encontrar otros apoyos). Las constantes dinámicas de negociación (la mayor parte secretas y en los pasillos) del parlamento, harían inservible una mayor representación de partidos minoritarios. Además, la cantidad de votos que tendrían que sumar partidos minoritarios que, como es el caso de IU, que se presentan a nivel estatal, es tan elevado que, a día de hoy, por mucho que crezca su número de escaños nunca podrá ofrecer un contrapeso real. Mientras que los partidos minoritarios que se presentan en unas pocas circunscripciones tienen limitado el número de escaños que pueden conseguir, por lo que nunca podrán ser un contrapeso eficaz por si mismos. Al final, nos encontraremos con continuas negociaciones (más bien subastas) en las que el apoyo se ofrece al mejor postor, en muchas ocasiones traicionando al propio electorado de esos partidos minoritarios, o relativizando el poder de negociación de otros partidos minoritarios que podrían ejercer de contrapeso real (de nuevo IU sería el ejemplo perfecto ).
Por lo tanto, en mi opinión, el problema es el sistema mismo, sus dinámicas, lo que hace que las 2 opciones que me parecen más aceptables sean el voto nulo o la abstención. Yo defiendo la abstención, aunque admito el argumento de que la abstención es menospreciada y no se considera una opción política. Pero creo que ese es básicamente el discurso de unos medios cada vez más alejados de la realidad y que la gente es consciente de que hay detrás de la abstención. La abstención, acompañada de movilizaciones y participación es lo que realmente puede deslegitimar el sistema y ponerlo en crisis. El voto nulo sería la segunda opción, pero, para mi, seguir yendo a votar sigue siendo en cierto modo una legitimación de un procedimiento electoralista que choca con mi concepto de autogestión y democracia radical. Pero como no vamos a querer correr antes de andar y lleva tiempo arrancar a la gente de sus costumbres y esquemas mentales, lo aceptaré como un mal menor o un paso intermedio.
Así que el domingo vota nulo o, mejor, no votes y vete a las plazas a debatir y asamblear!!